viernes, 6 de abril de 2007

EN PAZ CON LA YIHAD

La verdad es que impresiona bastante estar sentado enfrente de los acusados de atentar en Madrid el 11 de Marzo de 2003. Se les ve tranquilos e incluso se ríen de algunas de las declaraciones de los testigos. Pero cuando uno de ellos es reconocido por un testigo la actitud ya no es la misma, el identificado cambia su expresión serena por una mirada aterrorizada y es que, el que le juzga no es su Dios sino un Tribunal español. Así se quedó Zougam, el presunto autor material de la matanza de Madrid, cuando el segundo testigo protegido de la tarde del pasado 13 de marzo le reconoce sin ninguna duda: “estoy segura 100 por 100”, manifestó.
El tercero, al igual que el segundo, testificó que Zougam le empujó cuando entró en su vagón y también a otro hombre que iba leyendo. Le miraron para ver si se disculpaba y nada. Confirmaron haberle visto en el tren que va de Alcalá de Henares a Atocha a las siete de la mañana, el tren que explotó en Santa Eugenia.
Éstos no fueron los únicos que le acusaron, el último de la mañana dijo que Zougam se subió en el tren de las 7 y cuarto en Alcalá, dejó una mochila bajo un asiento y se bajó en San Fernado. Este testimonio concuerda perfectamente con los dos anteriores aunque no tanto con el de otros dos testigos protegidos de la tarde. El cuarto, declaró que Zougam bajó del tren en Entrevías y le preguntó si la siguiente parada era Atocha, bajó del tren y se fue de la estación, ella cogió el siguiente que estalló antes de llegar a Atocha, en la calle Tellez. El quinto reconoció haber visto a Zougam y a otros dos, a las siete menos cuarto en la estación de Alcalá de Henares “manipulando” unas mochilas. Estos dos últimos testimonios son más dudosos porque en declaraciones anteriores ninguno había reconocido a Jamal Zougam. El primero lo confundió con Abdelmajid Bouchar, otro de los presuntos autores materiales de la matanza, por nervios, según afirmó. Aunque el parecido entre ambos pudo ser otra de las razones del error. El segundo, en la rueda de reconocimiento identificó a tres individuos a D. Chebli, a Mohamed Haddah y a Hamid Ahmidan a los que, de nuevo, señaló en el juicio junto a un cuarto, Jamal Zougam. Las cuentas no daban, eran cuatro los señalados en la sala y tres los sospechosos de la declaración. Ante la confusión, el testigo señaló que a él se le parecían mucho todos y no sabría decir cuales eran exactamente. Esto mismo le pasó a la primera testigo de la tarde quién afirmó haberse confundido en el reconocimiento policial, por lo que Bassel Ghalyoun no era la persona que había visto subirse a su vagón con una bolsa de tela y un periódico. Aportó una nueva prueba, un libro del 11-M, en el que salía una imagen del individuo del que la testigo y su amiga sospecharon. El presidente del juicio, Javier Gómez Bermudez identificó al chico de la fotografia como Daoud Ouhnane fugado en estos momentos. Bassel y Daoud también guardan cierta similitud física los dos tienen una nariz grande, el pelo moreno y el mismo corte, etc. Lo que les llamó la atención de Daoud fue que iba muy abrigado y “no hacía tanto frío”, y que después de cambiarse al vagón de al lado volvió y se sentó cerca de ellas. Dejó la bolsa bajo el asiento y se bajó del tren. Las dos se fijaron en que el chico se había olvidado la bolsa y su amiga le comentó: se ha dejado la comida. Pero los pensamientos de la testigo fueron mas allá y le preguntó: y ¿si es una bomba? De repente vieron como el vagón próximo explotaba, salieron corriendo hacía el lado contrario a la bolsa del chico y su vagón también explotó. Su amiga no se salvó. Los acusados comenzaron a comentar nerviosos esta nueva información menos Bassel quien por fin podía respirar a fondo, se había librado. Estas equivocaciones son muy comunes en los juicios y sobre todo, en uno como este, celebrado varios años después de los hechos. Los nervios, el tiempo que ha pasado, el idioma y los colores... son los factores que suelen crear más confusión.
Abdelmajid Bouchar fue otro de los acusados más nombrado en las declaraciones. La más significativa fue la de Ibrahim Alfalah hermano del fallecido Mohamed Alfalah, quien dijo que el día 3 de abril de 2003 se cruzó con Bouchar en Leganés. El acusado iba corriendo con una bolsa de basura en la mano y le dijo a Ibrahim que huía del piso porque había visto a la policía. Ibrahim conoce a Bouchar de hablar un par de veces con él y de verlo con su hermano. También testificó el padre de Mohamed, Ahmed Alfalah, el primero en recibir la noticia de que su hijo había muerto. Le llamaron al móvil que su yerno le dió de parte de su hijo. Éste también le telefoneó, para pedirle perdón porque estaba en Iraq y no iba a volver. Lo extraño de esta declaración es que cuando Ahmed entregó el móvil a la policía ésta se lo devolvió para que atendiera las llamadas durante cinco días para no levantar sospechas y así conseguir los números entrantes. El hermano de Bouchar, Mohamed, también declaró en el juicio aunque sus respuestas se reducen a una sola: que no sabía nada. No sabe si su hermano tenía dinero cuando se fue de casa. No conocía a ningún amigo de su hermano. No sabe si fue a Bélgica en 2003. No sabe cuál era la relación de su hermano con los Belhadj.
A Youssef Belhjad se le acusa de reivindicar la autoría de Al Qaeda en los atentados, sale en una cinta de vídeo encontrada en una papelera cercana a la mezquita de la M-30. Se le adjudica haber realizado labores de adoctrinamiento sobre Bouchar, Brahim y Mohamed Moussaten, y Mohammed Afallah. La relación entre este último y Belhjad se hizo constar en las declaraciones de Ibrahim Alfalah quien reveló que recibió intrucciones de su hermano, desde fuera de España, de consiguir el número del tío de los Moussaten, quien resultó ser Belhjad. Su sobrino, también procesado, declaró que su tío le pidió que interviniera en la yihad y que le vió manejar grandes cantidades de dinero que, según él, eran para ayudar a “hacer la yihad a Afganistán”.
Jamal Zougam y Bouchar, los presuntos autores del atentado, también son sospechosos de pertenecer y relacionarse con organizaciones yihadistas. El yihad, en un valor esencial del Islam, su traducción literal es esfuerzo. Este término ha sido interpretado de muchas maneras, pero si nos fijamos en el Corán esta palabra suele referirse a “esfuerzo en el camino de Dios”, es decir, el esfuerzo por defender el Islam. El Corán promueve la lucha individual y colectiva y anima a sus seguidores a combatir contra los no creyentes si el Islam resulta atacado: “Combatid en el camino de Dios a quienes os combaten. Matadlos donde los encontréis, expulsadlos de donde os expulsaron. La persecución de los creyentes es peor que el homicidio” (Corán, 2,186-188). Me imagino que muchos de los acusados mantienen esa actitud relajada, porque se sienten en paz con sus ideales y con el Corán: han luchado contra aquellos que amenazan a su pueblo y al Islam, en este caso a España por apoyar la iniciativa de EE.UU , uno de los máximos enemigos del Islam. Y es que así lo establece el Corán: aquellos que creen y que dejan su tierra para ir a combatir por la causa de Dios pueden esperar la misericordia divina. (Corán, 2,256).





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