lunes, 26 de marzo de 2007

El negocio de las enfermedades


La enciclopedia libre de internet, Wikipedia define a la industria farmacéutica como: un sector dedicado a la fabricación y preparación de productos químicos medicinales para la prevención o tratamiento de las enfermedades. Muchas compañías farmacéuticas realizan tareas de investigación y desarrollo (I+D) con el fin de introducir nuevos tratamientos mejorados. En la actualidad las investigaciones desarrolladas en los laboratorios de las compañías farmacéuticas centran su interés en el hallazgo de tratamientos mejorados para el cáncer, las enfermedades del sistema nervioso central, las enfermedades virales como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), la artritis y las enfermedades del aparato circulatorio, que son los males que aquejan principalmente a los paises desarrollados, y los que en última instancia, les generan más ganancias. Poca investigación se realiza sobre las enfermedades predominantes de países subdesarrollados (por ejemplo, la enfermedad de Chagas en América del Sur), debido a que el retorno de la inversión en estos mercados es bajo.
Aunque los resultados de las pruebas realizadas a estas novedades por los Comités de expertos independientes han evidenciado que la mayoría de estos nuevos medicamentos sólo vienen a sustituir el espacio económico que para las compañías dejan otros medicamentos con patentes próximas a expirar o que ya han expirado y hacerse con la exclusividad del producto. Cerca de un 90% de los nuevos fármacos usados en Atención Primaria, no representan una mejora terapéutica respecto a otros medicamentos presentes en el mercado.
Este es el negocio de la industrias farmacéuticas: la patente. La mayoría de los países conceden patentes para los medicamentos o fármacos recientemente desarrollados o modificados, por periodos de unos 15 años a partir de la fecha de autorización. Las compañías asignan una marca registrada a sus innovaciones, que pasan a ser de su propiedad exclusiva. Además, los nuevos medicamentos reciben un nombre genérico oficial de propiedad pública. Una vez que expira la patente, cualquier empresa que cumpla las normas del organismo regulador puede fabricar y vender productos con el nombre genérico. Pero como en todo negocio no interesa que entre en juego la libre competencia de mercado si no tener el monopolio. Tanto es así que la opinión pública se ha indignado al enterarse de que los laboratorios farmacéuticos más grandes del mundo han presentado una demanda judicial contra el gobierno de África del Sur porque en este país se pretendía fabricar e importar medicamentos genéricos para tratar a enfermos de sida . En muchos países, los mismos laboratorios han conseguido hasta ahora frenar de mil maneras la producción y distribución de fármacos genéricos, aunque sus precios más bajos ayudarían a reducir la deuda de la Seguridad Social. Asi lo cuenta Philippe Pignarre trabajador durante 17 años de la industria farmacéutica en su libro el gran secreto de la industria farmaceutica. Philippe explica a partir de su experiencia con qué argumentos la industria farmaceutica intenta convencer a los gobiernos de la necesidad de no ceder a razonamientos humanitarios en su política de mercado. Las industrias farmaceúticas han desarrollado una gran campaña que pone en duda la eficacia y fiabilidad de los medicamentos genéricos. En Internet puedes encontrar muchos de estos ejemplos, con artículos del tipo “ Medicamentos genéricos ¿tienen la misma eficacia?”.
A partir del 2008 es inminente el vencimiento de algunas de las patentes que más ingresos reportan a la industria. A causa de esto, se han incrementado los presupuestos para las áreas de investigación y desarrollo, sobre todo en las corporaciones más poderosas del sector. Las mismas se disputan prácticamente la totalidad del mercado de los nuevos fármacos, registrándose una tendencia creciente de concentración en la oferta.
Esta sustitución de las patentes expiradas por novedades terapéuticas representa un incremento insostenible del gasto sanitario para la economía de muchos países, teniendo que desviar ingentes cantidades del presupuesto nacional que podría destinarse a mejoras en las prestaciones que su sistema sanitario da a sus ciudadanos o simplemente al desarrollo de su economía y nivel de vida. La mayor parte del aumento del gasto de los sistemas sanitarios en los países ricos se debe a la sustitución de fármacos conocidos por novedades terapéuticas.
Los argumentos más empleados para justificar el incremento de los precios de los medicamentos son las nuevas técnicas, la fabricación de moléculas más complicadas y el uso de aparatos cada vez más caros han aumentado enormemente los costes. Estas dificultades se ven incrementadas por la presión para reducir los precios del sector, ante la preocupación de los gobiernos por el envejecimiento de la población, el problema con las patentes y el acceso a los medicamentos y el consiguiente aumento de los gastos sanitarios, que suponen una proporción cada vez mayor de los presupuestos estatales.
Sin embargo, los críticos del sector sostienen que en realidad los costos de fabricación han disminuido de manera importante, debido al empleo de aparatos y procesos industriales más eficientes, y a la automatización de muchas etapas productivas, con la consiguiente reducción de mano de obra. Por otra parte, la mano de obra se ha visto reducida en forma notable luego de las mega fusiones de las principales empresas farmacéuticas que han ocurrido en la década del 90, que han generado una ola de despidos del orden de varias decenas de miles de empleados. Algunos de estos conceptos fueron desarrollados por Marcia Angell, quien fuera editor en jefe de la publicación científica New England Journal of Medicine por más de 20 años. Sus denuncias (ver bibliografía) han generado una respuesta de la Asociación de Fabricantes e Investigadores Farmacéuticos de los EEUU (Pharmaceutical Research and Manufacturers of America o PHRMA), en la forma de un documento disponible en Internet (ver enlaces externos).
En realidad, el mayor generador de costos en la industria farmacéutica actual no es la fabricación de los medicamentos, ni tampoco las inversiones en investigación y desarrollo sino los gastos derivados de la comercialización o mercadeo (marketing) de sus productos, que incluyen millonarios desembolsos para realizar estudios de mercado, análisis de los competidores, estrategias de posicionamiento, extensión de patentes, distribución, promoción, publicidad y ventas de sus productos, así como los gastos administrativos necesarios para mantener estructuras multinacionales, los que incluyen astronómicos salarios pagados a sus principales ejecutivos.
En la actualidad, la industria farmacéutica crece vigorosamente a nivel global. Los ingresos para el sector, durante el año 2004, fueron de 550 mil millones de dólares, un 7% mayores a los registrados en el 2003. Las ventas en los EE.UU. ascendieron a $235.400 millones, lo cual implica una tasa de crecimiento del 8,3% respecto al año anterior. Los Estados Unidos representan el 46% del mercado farmacéutico mundial.

Las siguientes, fueron las compañías con mayor facturación durante el año 2004 (conseguir datos actualizados):

Puesto Compañía Ingresos* Inversión I+D
1 Pfizer $46.133 $7.520
2 GlaxoSmithKline $31.377 $5.190
3 Sanofi-Aventis $30.919 $9.310
4 Johnson & Johnson $22.128 $5.200
5 Merck $21.493 $4.010
6 AstraZeneca $21.426 $3.800
7 Novartis $18.497 $3.480
8 Bristol-Myers Squib $15.482 $2.500
9 Wyeth $13.964 $2.460
10 Abbott Labs $13.756 $1.690

* Todos los valores expresados en millones de dólares americanos.


La mayor parte de las empresas farmacéuticas fueron creadas en diferentes países por empresarios o profesionales, en su mayoría antes de la II Guerra Mundial. Allen & Hambury y Wellcome, de Londres, Merck, de Darmstadt (Alemania), y las empresas norteamericanas Parke Davis, Warner Lambert y Smithkline & French fueron fundadas por farmacéuticos.
Después de la Standard Oil de Rockefeller (hoy Exxon), el segundo conglomerado de empresas farmacéuticas y petroquímicas más grande del mundo durante la primera mitad del siglo XX, fue del grupo IG Farben con sede en Alemania.
A lo largo del siglo XX, la industria farmacéutica se desarrolló y organizó con el objetivo de controlar los sistemas sanitarios de todo el mundo mediante la sustitución sistemática de terapias naturales no patentables por sustancias sintéticas patentables y, por tanto, lucrativas. Esta industria no evolucionó de forma natural. Al contrario, fue una decisión adoptada por un puñado de empresarios adinerados y sin escrúpulos que querían hacer una inversión. Ellos identificaron deliberadamente el cuerpo humano como su ámbito de mercado con el objetivo de generar más riquezas.
La fuerza motriz de esta industria de inversión fue el Grupo Rockefeller. Éste controlaba ya más del 90% de la industria petroquímica en los Estados Unidos en el cambio de siglo del XIX al XX, y estaba buscando nuevas oportunidades de inversión a escala internacional. Otro grupo de inversión activo en este sector se formó en torno al grupo financiero Rothschild.
IG Farben fue la accionista principal de la Standard Oil de Rockefeller, y viceversa. Este conglomerado de empresas fue el factor principal que explica la subida de Hitler al poder y su invasión conjunta de Europa y del mundo. De hecho, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra de agresión preparada, comenzada y dirigida desde los consejos de planificación de IG Farben. Ésta fue la empresa matriz de IG Auschwitz, la planta industrial más grande de este cartel de la industria química fuera de Alemania. Gran parte de la riqueza de este cartel se acumuló con la sangre y el sufrimiento de los esclavos que trabajaban en sus fábricas, incluidos los del campo de concentración de Auschwitz. IG Farben apoyó y utilizó sin ningún escrúpulo a los gobernantes políticos alemanes con sus poderosas armas, con el fin de conseguir el dominio económico sobre toda Europa y el resto del mundo.
En aquel momento, la victoria de las Fuerzas Aliadas sobre la Alemania Nazi acabó con los planes de IG Farben de convertirse en el conglomerado farmacéutico y petroquímico más importante del mundo. En el Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg de 1947 contra los directores del cartel IG Farben, algunos de ellos fueron declarados culpables y condenados por cometer crímenes contra la humanidad, como masacres, pillaje y otros delitos.
El Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg también desmanteló el cartel IG Farben, que se disolvió en las empresas Hoechst, Bayer y BASF (hoy en día, cada una de estas sociedades es más grande que su antigua sociedad matriz IG Farben en aquel momento). En palabras del fiscal general Telford Taylor quién pronunció el discurso de apertura del consejo de guerra de nuremberg: "Estos ejecutivos empresariales inculpados, y no los perturbados nazis, son los principales criminales de guerra. Si sus crímenes no salen la luz y no se les condena, cometerán crímenes aún mayores en el futuro, que ni siquiera Hitler habría cometido".
En 1947, los cargos principales contra los directores de IG Farben fueron:
Cargo 1: planificación y dirección de una guerra de agresión e invasión de otros países con el resultado de una destrucción sin precedentes en todo el mundo, la muerte de millones de personas y el sufrimiento prolongado de otros tantos millones.
Cargo 2: deportación, pillaje y saqueo de bienes públicos y privados en los países ocupados, con el propósito de ejercer un control económico permanente en dichos países, así como otros crímenes graves.
Cargo 3: reducción a esclavitud, malos tratos, régimen de terror, tortura y asesinato de millones de personas.

Al mismo tiempo, Standard Oil y las otras empresas farmacéuticas y petroquímicas del consorcio de Rockefeller se convirtieron en el grupo financiero dominante de esta industria, y desde entonces han mantenido esta posición de liderazgo.
Hoy, medio siglo después la industria de inversión de mayor envergadura también ha será juzgada porque está siendo desenmascarada como un negocio fraudulento organizado perseguido por decenas de miles de demandas de responsabilidad civil.
En junio de 2003 se presentó una denuncia ante la Corte Penal Internacional (CPI) contra la industria farmaceutica por cargos sorprendentemente similares a los imputados a Farben en 1947:

1. Planificación y dirección de una guerra de agresión contra Irak con el pretexto de una lucha internacional contra el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, con el resultado de que vastas áreas del país han quedado devastadas, miles de personas han muerto y cientos de miles han resultado heridas.

2.Pillaje y saqueo de bienes públicos y privados en la lucha por conseguir el poder económico y el control de regiones enteras del mundo a través de la escalada de una crisis internacional. Contra esta guerra de agresión, los acusados estaban provocando deliberadamente el empleo de armas de destrucción masiva, incluidas las armas nucleares, químicas y biológicas.

3. Genocidio mediante matanza, lesiones graves a la integridad física y sometimiento de la población a condiciones de existencia que acarrean la destrucción física, así como los crímenes contra la humanidad de asesinato y otros actos inhumanos.

4.Tratados internacionales aplicables a esta denuncia: junto con el Estatuto de Roma para la Corte Penal Internacional, los siguientes tratados y declaraciones internacionales son aplicables a los graves cargos imputados a los acusados en esta denuncia:
Carta de las Naciones Unidas
Declaración Universal de los Derechos Humanos del 8 de diciembre de 1948
Convenio de Ginebra sobre Derechos Humanos del 12 de agosto de 1949
Convenio para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 12 de enero de 1951
Convenio sobre la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad y de los crímenes de guerra de 1968
Principios de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra o de crímenes contra la humanidad de 1973.

Los acusados son responsables de la muerte de cientos de millones de personas, y aún siguen muriendo muchos de enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras patologías, que podrían haberse prevenido y eliminado en buena medida hace mucho tiempo. Esta muerte prematura de millones de personas no es el resultado de una coincidencia ni una negligencia. Se ha organizado deliberada y sistemáticamente en beneficio de la industria farmacéutica y de sus inversores, con el único propósito de ampliar un mercado mundial de fármacos valorado en billones de dólares.
El ámbito de mercado de la industria farmacéutica es el cuerpo humano, y el rendimiento del capital invertido depende de la continuación y expansión de las enfermedades. Sus beneficios dependen de la patentabilidad de los medicamentos, lo que convierte esta industria en la más rentable del planeta Tierra.
Sin embargo, la prevención y erradicación de cualquier enfermedad reduce de manera drástica o elimina totalmente los mercados para los fármacos. Por consiguiente, las empresas farmacéuticas han estado poniendo obstáculos sistemáticamente a la prevención y erradicación de las enfermedades.
Para cometer estos delitos, las empresas farmacéuticas se sirven de un laberinto de ejecutores y cómplices en el mundo de la ciencia, la medicina, los medios de comunicación y la política. Los gobiernos de naciones enteras son manipulados o incluso dirigidos por miembros de grupos de presión y antiguos ejecutivos de la industria farmacéutica. Durante varios decenios, se ha corrompido y abusado de la legislación de naciones enteras para fomentar este "negocio con las enfermedades", valorado en miles de billones de dólares, arriesgando así la salud y las vidas de cientos de millones de pacientes y personas inocentes.
Una condición previa para el auge de la industria farmacéutica como fulgurante negocio de inversión fue la eliminación de la competencia de las terapias seguras y naturales, ya que éstas no son patentables y sus márgenes de beneficio son escasos. Además, estas terapias naturales pueden ayudar a prevenir de forma efectiva e incluso a eliminar enfermedades, debido a sus funciones esenciales en el metabolismo celular.
Como resultado de la eliminación sistemática de las terapias de salud natural y del desarrollo de los sistemas de salud pública en la mayoría de los países del mundo, la industria farmacéutica ha provocado que millones de personas, y casi todas las naciones del mundo, dependan de su negocio de inversión.
La industria farmacéutica ofrece "salud" a millones de pacientes, pero no distribuye los bienes. En su lugar, distribuye productos que simplemente alivian los síntomas al tiempo que mantienen la enfermedad subyacente, como condición previa para el futuro de su negocio. Para disimular este fraude, las empresas farmacéuticas gastan el doble de dinero en ocultarlo que en investigación sobre terapias futuras.
Esta estafa organizada es la razón por la que este negocio de inversión pudo continuar, durante casi un siglo, oculto tras una cortina de humo estratégicamente diseñada, que les convierte en "benefactores" de la humanidad. Las vidas de seis mil millones de personas y las economías de la mayoría de los países del mundo han sido tomadas como rehenes por los actos delictivos de esta industria.
También se le acusa de crímenes de guerra y agresión, así como otros crímenes contra la humanidad cometidos en relación con la reciente guerra de Irak y la escalada internacional hacia una guerra mundial.
Actualmente, cuatro factores están amenazando principalmente la supervivencia de la industria farmacéutica, y por tanto, la misma base de un negocio de inversión a largo plazo valorado en miles de millones de dólares:
Conflictos legales insolubles, que se traducen en una avalancha de acciones populares contra muchas empresas farmacéuticas por la responsabilidad civil de sus productos.
Conflictos científicos insolubles, causados por los importantes adelantos en terapias naturales no patentables que erradican de forma efectiva y en buena medida las enfermedades como ámbito de mercado.
Conflictos éticos insolubles, que se traducen en la pérdida de credibilidad de toda la industria farmacéutica, debido al hecho de que sus desorbitadas tasas de patentes limitan el acceso a los medicamentos a la mayoría de las personas y provocan la muerte prematura de millones de ellas.
Conflictos empresariales insolubles: el desenmascaramiento del modelo de negocio farmacéutico como un fraude organizado. Durante varias décadas, el Farma-Cartel ha realizado todos los esfuerzos posibles para proteger su actividad mundial con medicamentos patentados y para prohibir la difusión de otras alternativas competidoras no patentables. Estos esfuerzos se han realizado a escala internacional, mediante la infiltración en el Parlamento Europeo y el abuso de la Organización Mundial de la Salud y de otros organismos de las Naciones Unidas.
Las leyes proteccionistas inmediatas e internacionales se han convertido en una medida de urgencia para ocultar los delitos perpetrados por la industria farmaceutica y fortalecer su control constante en el "negocio de inversión en las enfermedades. Pero estas leyes proteccionistas de gran alcance, destinadas a preservar un negocio fraudulento organizado como este, implicaban la restricción de los derechos civiles y otras medidas drásticas, que no podían ponerse en práctica en épocas de paz.
La aplicación de estas medidas requería la escalada de la crisis internacional, una serie de conflictos militares que causarían deliberadamente el uso de armas de destrucción masiva y el desencadenamiento de una guerra mundial. Sólo entonces se podía dar una situación psicológica mundial que permitiera el abandono de los derechos civiles, la aprobación de leyes marciales y la aplicación mundial de leyes proteccionistas, de forma que los acusados pudieran continuar su "negocio con las enfermedades" y otros delitos.
En este contexto, la industria farmacéutica se convirtió en el único gran apoyo empresarial a la elección de George Bush, con el fin de ejercer una influencia directa sobre el centro político y militar más poderoso del mundo. Con la elección de George Bush, el grupo de inversión Rockefeller conseguía el acceso directo a la Casa Blanca y el Pentágono, así como a las decisiones políticas allí adoptadas. Una influencia similar ejerció el grupo Rothschild sobre el gobierno de Tony Blair en Gran Bretaña.
Por ello, no es de estrañar que estas dos naciones líderes en la exportación de productos farmacéuticos encabezaran la actual crisis internacional e instigaran la guerra contra Irak.
Los acusados son conscientes de que serán considerados responsables de estos crímenes y se han embarcado en una campaña mundial para menoscabar la autoridad de la CPI, con el fin de situarse por encima del derecho internacional y continuar con sus crímenes en detrimento de toda la humanidad.

El uso de animales vivos en la investigación médica
El uso de animales vivos en la investigación médica es otro tema de polémica en la industria farmaceutica. Aunque los farmacólogos han desarrollado y continúan desarrollando técnicas para evitar su uso, los animales vivos (fundamentalmente ratas y ratones) continúan siendo cruciales para muchos procedimientos. Los organismos de control médico insisten en el hecho de que se tienen que utilizar dos especies distintas para comprobar la posible toxicidad de una nueva sustancia antes de conceder el permiso a empezar ensayos clínicos.La primera fase de estos ensayos implica la cooperación voluntaria de personas sanas que reciben un breve tratamiento del nuevo fármaco. Si no aparecen problemas, el organismo oficial que otorgó la autorización permite el inicio de la segunda fase de los ensayos, en la que unos pocos asesores especializados prueban el producto con un grupo seleccionado de pacientes. Basándose en sus recomendaciones, la compañía puede solicitar permiso de llevar a cabo la tercera fase de los ensayos, de carácter más amplio. Si esta última fase produce resultados satisfactorios, se solicita la autorización del fármaco. En algunos casos es necesario repetir un procedimiento parecido en aquellos países donde se quiera comercializar.Generalmente los ensayos se llevan a cabo en hospitales, donde es posible organizar ensayos denominados de doble ciego. Los pacientes se dividen en dos o tres grupos; uno de ellos recibe el fármaco que se quiere probar, otro recibe un placebo (una sustancia inactiva) y a veces un tercer grupo recibe otro producto con el que se quiere comparar el nuevo fármaco. Los tres compuestos se presentan de manera que ni el paciente ni el médico tratante puedan diferenciarlos. Según algunos diseños, sólo el farmacéutico del hospital sabe qué grupo recibe cada compuesto y no divulga los resultados hasta el final del ensayo, cuando los médicos hayan evaluado los resultados clínicos. En el caso de medicinas para animales, se realizan ensayos parecidos que son llevados a cabo por veterinarios.

Pero de aquí surge otro de los escándalos en los que se encuentran implicadas las industrias farmaceúticas: el mercado negro de fármacos para piensos. Baquero, que es miembro del Comité Científico de Alimentación Animal (SCAN) de la Unión Europea, explica que es de mayor importancia evitar el uso en los animales de los antibióticos útiles para los humanos. De hecho, la adición al pienso de cualquier antibiótico como acelerador del engorde es ilegal, con la sola excepción de cuatro fármacos muy especiales (flavofosfolipol, avilamicina, monensina y salinomicina). Pero esas prácticas ilegales son muy difíciles de detectar con los análisis que se realizan habitualmente en los mataderos. El Ministerio de Sanidad reconoce que existe un considerable mercado negro de fármacos para piensos, y las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas muestran escasa o nula diligencia en su represión.
Pocos ganaderos son conscientes de los graves riesgos para la salud humana que comporta la adición al pienso de unas sustancias que compran como "potenciadores del crecimiento", y que a menudo no son sino antibióticos ilegales para ese uso. La carne o el pollo resultantes no suelen provocar intoxicaciones inmediatas a los consumidores. El problema es más difuso, y también más grave: la proliferación general, a medio plazo, de bacterias resistentes a los antibióticos, muchas de ellas causantes de peligrosas enfermedades humanas.
Numerosas enfermedades que hace décadas habían dejado de constituir una amenaza mortal gracias a los antibióticos han rebrotado en el mundo desarrollado porque las bacterias que las provocan se están volviendo resistentes a esos fármacos. Y España es uno de los países del mundo donde este fenómeno reviste mayor gravedad, debido a la combinación de las tres causas mencionadas: automedicación, prescripción excesiva y descontrol del sector de piensos.
Los datos de Pérez-Gorricho demuestran que las bacterias llamadas neumococos, causantes de algunos tipos de meningitis e infecciones respiratorias, se han hecho resistentes en España a una velocidad de vértigo. En los primeros años ochenta, un 10% de las muestras españolas de neumococos eran resistentes a la penicilina. Ahora esa cifra supera el 30%, una de las más altas del mundo. De forma similar, el porcentaje de resistencias que muestran en España las bacterias del género Haemophilus al antibiótico ampicilina ha crecido del 1% al 35% en poco más de una década. Estas bacterias son una causa frecuente de meningitis, otitis, neumonía y otras graves enfermedades cuyo tratamiento se ve ahora dificultado. La misma tendencia se observa con otras bacterias - Campylobacter, meningococo, colibacilos, Pseudomonas, estreptococos, salmonella, todos ellos causantes de graves enfermedades- y otros antibióticos. En ocasiones, la totalidad del arsenal disponible de antibióticos muestra una notable reducción de eficacia. Las autoridades sanitarias de algunas comunidades autónomas han aducido en días pasados, como justificación a la falta de control del mercado de antibióticos en sus territorios, que no está probado científicamente que el uso de estos fármacos genere resistencias bacterianas. Este argumento es inexacto.
Baquero explica que la comunidad científica internacional no tiene la menor duda de que el uso de antibióticos -por ejemplo, en los piensos animales- provoca la aparición de bacterias resistentes. Lo que aún no puede asegurarse en todos los casos es que esas bacterias se transmitan al ser humano, aunque ésta es una hipótesis más que razonable. De hecho, esa transmisión ya se ha demostrado para algunas bacterias patógenas resistentes a los antibióticos, como salmonella y Campylobacter.
Otras bacterias, como los colibacilos, son bastante ineficaces a la hora de colonizar el organismo humano, pero aún en estos casos constituyen un peligro, ya que pueden transmitir la resistencia a otras bacterias que sí infectan a los humanos. Pese a las investigaciones pendientes, los riesgos que el uso injustificado de los antibióticos suponen para la salud humana no deben minimizarse en ningún caso.
El problema de las resistencias no puede adjudicarse a un vacío legal. La venta de antibióticos sin receta, pese a constituir una práctica generalizada, está prohibida en España. Y tanto la ley del medicamento de 1990 como el real decreto 109/95 sobre fármacos para uso animal imponen un marco muy restrictivo sobre el uso de estos medicamentos en medicina y veterinaria. El problema es que la ley no se cumple.
Pérez Gorricho enumera las medidas que aconseja la comunidad científica internacional y que recogen las asociaciones médicas más concienciadas sobre este asunto, como la Sociedad de Neumología y Cirugía Torácica (española) y la Asociación para el Uso Prudente de los Antibióticos (internacional).
En primer lugar, es preciso hacer cumplir la ley: los antibióticos sólo deben venderse con receta, sean para uso humano o veterinario, y los piensos deben controlarse. En segundo lugar, la sociedad debe ser reeducada sobre el uso racional de estos medicamentos. La utilización injustificada de los antibióticos no comporta un riesgo inmediato para el usuario, pero genera a medio plazo un grave problema colectivo.
Los científicos han hecho grandes progresos en la comprensión del modo en que los antibióticos generan resistencias bacterianas. Curiosamente, un campo de estudio con aplicaciones médicas tan directas como éste ha recuperado para la ciencia actual un debate decimonónico de la más rancia biología evolutiva. En cierto sentido, las bacterias han restaurado el buen nombre de Lamarck, cuya teoría de que los caracteres adquiridos durante la vida podían heredarse había quedado sepultada bajo el peso de los argumentos de Darwin.
Hasta ahora, la explicación de las resistencias seguía un darwinismo ortodoxo: entre los millones de bacterias que contiene cualquier milímetro de piel o mililitro de sangre, unas pocas -tal vez sólo una en mil millones- son ya resistentes a los antibióticos. Si la persona toma un antibiótico, muere la inmensa mayoría de las bacterias, y sólo sobreviven las rarísimas resistentes. Una vez aniquilada la competencia, las bacterias resistentes proliferan sin impedimentos. El antibiótico, por tanto, no vuelve resistentes a las bacterias, sino que se limita a seleccionar a las que ya lo eran.
Pero, tal y como señala Jesús Blázquez, microbiólogo del hospital Ramón y Cajal de Madrid, el darwinismo funciona con los antibióticos, pero también hay que hacer un sitio a Lamarck: el fármaco no sólo selecciona, sino que también crea resistencias nuevas que luego se heredan en las sucesivas generaciones de bacterias.
La razón es el estrés, al menos en la acepción que los biólogos dan a esa palabra de moda. Los antibióticos, de un modo u otro, perturban la existencia de la bacteria, y ésta, ante el riesgo de morir, reacciona desactivando los sistemas que normalmente vigilan que la replicación del ADN sea precisa, sin errores. El resultado es que la bacteria acumula una enorme cantidad de mutaciones (errores) en sus genes.
Literalmente, el microbio genera millones de variantes de sí mismo. Por azar, algunas de ellas resultan ser resistentes al antibiótico en cuestión, y entonces empiezan a proliferar. El regreso de Lamarck es otra razón, por si hacía falta una más, para extremar la prudencia en el uso de estos fármacos.


Los organismos reguladores nacionales

Los organismos gubernamentales que supuestamente deben ejercer la función de control de este sector económico en beneficio de los ciudadanos, están financiados en porcentajes muy altos por la propia industria (la FDA de EUA en un 75% y la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos en un 80% son un ejemplo), dependiendo, como es el caso europeo de la Dirección General de Industria y no de la de Salud. De todo ello se desprende que existe un conflicto entre la riqueza que la industria genera (otra cosa es como luego se redistribuye) y los prejuicios que los ciudadanos deben asumir por ella. En el año 2002, justo cuando caducaba la patente de tratamientos hormonales sustitutivos (THS) en parches transdérmicos para mujeres con sintomatología menopáusica, se reconoció que no sólo no protegen del infarto de miocardio ni de la enfermedad de Alzheimer, sino que en realidad aumentan su riesgo, así como el de cáncer de mama. Se calcula que en el Reino Unido pueden haber causado 20.000 casos adicionales de cáncer de mama. En España pueden haber producido unos 16.000 casos adicionales de cáncer de mama, 6.000 de ictus y 8.000 de embolia pulmonar, a cambio de reducir el número de casos de cáncer colorrectal en 6.000, y el de fracturas de cuello de fémur en 2.500. En cuanto a la demencia, se registró una incidencia del doble entre las usuarias de THS, comparadas con las no usuarias.
Una revisión de los conocimientos sobre estos riesgos pone de manifiesto que en 1974 ya se conocía que los estrógenos incrementan el riesgo de infarto de miocardio, embolia y cáncer de endometrio, y en 1978 ya se sugirió que también incrementan el riesgo de cáncer de mama. Como este ejemplo existen desgraciadamente otros más, lo que pone en tela de juicio la realidad de una investigación muchas veces no independiente, o exenta de conflicto de intereses, que se basa en estudios en ocasiones con un diseño metodológico "poco ortodoxo" desde el punto de vista científico, o que beneficia claramente al nuevo fármaco. Investigación que no se realiza con el tipo de pacientes a los que después va dirigido el fármaco, como es en muchos casos el de las mujeres o el de los niños, en los que hasta en un 90% de casos no se hace. Esto último ha llevado a la Comisión Europea a dar un toque de atención a la industria continental. Para muestra un botón, el caso reciente de gravísimos efectos adversos en niños por un antiviral para la Gripe aviar usado en Japón.
¿Y os preguntareis cuales son aquellos órganos reguladores que se encargan del control de las industrias farmacéuticas?
Desde la entrada en funcionamiento de la Agencia Europea para la Evaluación de Medicamentos (EMEA), los organismos reguladores de medicamentos en Europa se han ido reorganizando, en un único organismo con la tarea de evaluar y controlar los medicamentos de uso humano y de veterinaria.La Agencia Española del Medicamento (AEM) se creó en el año 1999, mediante un decreto gubernativo (Real Decreto 520/1999, del 26 de marzo), con el Estatuto, con los fundamentos administrativos, estructura general, funciones, obligaciones y objetivos de la AEM. Es un organismo autónomo integrado en el Ministerio de Sanidad y Consumo, con una Presidencia (Subsecretario de Sanidad), Vicepresidencia (Subsecretario de Agricultura, Pesca y Alimentación) y una Dirección ejecutiva. Para esto, se reunieron los equipos de técnicos que ya existían en diferentes unidades. Todo el equipo del Centro Nacional de Farmacobiología (creado en 1925), del Instituto de Salud Carlos III, y los técnicos de evaluación y de control de medicamentos de uso humano, junto con los inspectores farmacéuticos de la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios, así como los técnicos procedentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), se reunieron en la nueva AEM. Por primera vez, en un único organismo se reunía la tarea de evaluar y controlar los medicamentos de uso humano y de veterinaria.

5 comentarios:

ALEJANDRO dijo...

Me parece indignante lo de Novartis en la India. Se merecen que por lo menos cada vez mas gente se de cuenta del gran negocio que representan a costa de las enfermedades de las personas. es impresionante!hay que denunciar esta clase de hechos!

agus dijo...

Me parece muy necesario un blog de denuncia como este, ya que muy poca gente conoce el conflicto saharaui y mucho menos el negocio existente en torno a la industria farmaceutica.
Animo a la gente a que lea blogs de este tipo, porque si lees esto y no sientes la necesidad de actuar significa que ya nada te va a hacer reaccionar!!!

marta dijo...

PATENTES, INDUSTRIA, JUICIOS, CONDENAS, SUBVENCIONES????????? EN QUÉ PUTO MUNDO VIVIMOS! MEDIO PLANETA SE MUERE Y PARECE Q EL OTRO MEDIO DECIDE CÓMO!

HAY Q AGILIZAR Y FOMENTAR LAS FUENTES INFORMATIVAS Y SOBRETODO: A-C-T-U-A-R!!!!

laura dijo...

El nEgOcIo perfecto!! como si de un juego se tratase, ¿es que acaso han inventado un medicamento con el que desaparezca el cargo de conciencia? o ¿el ser humano realmente es tan vulnerable al dinero?. Me indigna saber algo asi existe y no poder hacer nada. Tanta manipulacion, control... de las grandes multinacionales en un tema como este nos convierte en esclavos y participes de esta barbarie. Me alegra saber que todavia queda gente que se preocupa por estos temas y nos ofrece mas informacion.Gracias.
PD: bOiKoT a las grandes multinacionales, no todas son imprescindibles, ni todas imparables!!

Pilar dijo...

Como profesional sanitraria pienso que se deberia exigir un mayor control del estado dado que los medicamentos tiene precios abusibos que les hacen cerrar sus valances anuales triplicando los beneficios sin pensar que la salud es el bien mas preciado para todo ser humano y no todos tiene los medios suficientes.
Por una sanidad justa, sin trabas ni tapujos, porque todos somos igual de importantes!!!